Conciencia de las semejanzas y las diferencias entre especies

Un término compartido en los conceptos propuestos en el temario es el de “especie”, imprescindible para pensar la multiplicidad de relaciones y encuentros posibles entre sí. Las consideradas en el temario son: de semejanza, de diferencia, de vecindad, de compartición de recursos y de solidaridad. Otro término recurrente es el de “conciencia”, que en principio refiere a la manera en que los humanos —únicos dotados de palabra para describir y criticar— dan cuenta del carácter ético de las relaciones entre las diferentes especies, incluyendo las que ellos mismos establecen con otros vivientes, así como de su responsabilidad en ellas.

Una definición de “especie” es la ofrecida por Aristóteles en el capítulo VIII del Libro X de la Metafísica, que entiende como la diversificación del género, de manera que este último es diverso, diferente, en las distintas especies. En este texto, Aristóteles indica:

En efecto, no solamente ha de darse en ambos lo común, por ejemplo, que ambos sean animales, sino que esto mismo, «animal», ha de ser diverso en cada uno de ellos, por ejemplo, uno caballo y otro hombre, y de ahí que esto común es diverso en uno y otro en cuanto a la especie: por sí mismos, ciertamente, el uno será tal animal y el otro tal otro animal, por ejemplo, el uno caballo y el otro hombre. Así pues, esta diferencia es necesariamente una diversidad del género. Y llamo diferencia del género a la diversidad que hace que él mismo sea diverso. (1058a).

Siguiendo el ejemplo propuesto por Aristóteles, ¿en qué se diferencian un humano y un caballo? ¿En qué son semejantes? ¿Qué implica pensar las especies como diversificación del genero en lugar de pensar a este último como “el mismo género” con “especies diversas”?

Otra vía es la de la Taxonomía que, desde un enfoque de la ciencia contemporánea, además de ofrecer una clasificación, incluye una definición biológica de “especie” que pone énfasis en la reproducción y en las mutaciones de lo viviente. La clasificación para los seres vivos en géneros y especies da lugar a una nomenclatura binominal en latín, conocido como nombre científico, aunque muchas veces a la par se cuenta con nombres comunes difundidos en el habla cotidiana, que a veces se parecen y otras no. Por ejemplo, el nombre científico para la especie humana es Homo sapiens, que se parece a humano sin coincidir exactamente; el nombre científico de caballo es Equus caballus que se aproxima bastante a las expresiones comunes como equino o caballo; por su parte, Mantis religiosa coincide exactamente. Sin embargo, la definición de “especie” a partir de una mera clasificación podría dar a entender que las especies son estáticas, como si siempre hubiesen sido tal y como las conocemos actualmente. La definición biológica entiende por “especie” un conjunto de organismos o poblaciones que pueden reproducirse entre sí y tener descendencia fértil, y que generalmente no pueden o no suelen hacerlo con miembros de otras especies. El aislamiento reproductivo respecto de otras poblaciones es decisivo en relación con las mutaciones y las variaciones: Cuando los individuos se separan de la población original y quedan aislados del resto, pueden alcanzar una diferenciación suficiente y devenir en otra especie. Así, si bien una especie se puede considerar como un grupo de organismos más o menos homogéneo en términos reproductivos, lo biológico está abierto a modificaciones en el tiempo y el espacio, así como al azar, es decir, las mutaciones son incalculables. Lo anterior permite repensar lo biológico, así como advertir los criterios empleados para distinguir una especie de otra, y para fijar determinadas semejanzas y diferencias entre ellas, sin que las mutaciones impliquen una superioridad con respecto a estabilizaciones anteriores, sólo por su proximidad cronológica con el presente. También permitiría discutir las mutaciones en relación con la adaptación al medio, la biodiversidad, y la conservación y la extinción de las especies, así como en la responsabilidad de los humanos al respecto, por ejemplo, cuando las clona, cuando las caza hasta el punto de extinguirlas, o cuando procura reservas naturales. A partir de esta definición, junto con la aristotélica, las diferencias entre especies se pueden señalar a partir de varias características, como la alimentación, la reproducción, la percepción, la sensibilidad, la memoria, las capacidades, la morfología, la fisiología, el ADN, las mutaciones biológicas, los comportamientos, etc.

En relación con el término “especie”, también se podría considerar la crítica del especismo, término que aparece por primera vez en 1970 en un panfleto homónimo escrito por el psicólogo inglés Richard Ryder, sin que llegue propiamente a definirlo. La formulación es elaborada por Peter Singer, que puede revisarse en su obra Liberación Animal publicada en 1975, quien desde una perspectiva utilitarista (postura filosófica que identifica el bien moral con el máximo bienestar para el máximo número de individuos), lo entiende como “un prejuicio que sobrevive porque es conveniente para el grupo dominante, en este caso ya no blancos o personas de sexo masculino, sino todos los seres humanos.” Para Singer, el “especismo” es análogo al racismo y al sexismo, en cuanto constituye una manera del dominio que discrimina a otros simplemente porque pertenecen a una especie, a una raza, o a un sexo distinto del propio. Cabe señalar que para el filósofo australiano, los animales de consideración ética son sólo aquellos que son capaces de sentir placer y dolor, como ya señalara Jeremy Bentham en Los principios de la moral y la legislación hacia 1780, y poseen intereses, por ejemplo, alimentarse. Para dar cuenta de esta sensibilidad, Singer alude a un criterio empírico, a saber, la posesión de un sistema nervioso. Así, por ejemplo, los simios, las vacas, las ratas y los cerdos podrían ser considerados éticamente, pero las esponjas, los corales y las anémonas, no. Desde esta perspectiva se destaca la importancia de reparar en las repercusiones de las valoraciones y jerarquizaciones implicadas en las semejanzas y las diferencias que se establecen entre las diversas especies, y permite interrogar los criterios para trazar la distinción entre humano y animal, así como para decidir a qué vivientes, no sólo del reino animal, se les confiere una consideración ética. ¿Qué vivientes se excluirían de la consideración ética según el criterio de Singer? ¿Crees que, por ejemplo, las plantas habrían de ser incluidas en nuestras consideraciones éticas? ¿Por qué?

Yeyetzi Cardiel

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *