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  • Alfredo ha actualizado una entrada en el grupo Logo del grupo Desarrollo científico y tecnológicoDesarrollo científico y tecnológico hace 7 años

    LA EVOLUCIÓN CULTURAL DE LA TECNOLOGÍA EDUCATIVA.
    Alfredo Macías Narro.
    Febrero del 2006.

    Generalmente, se acepta que el término Tecnología es aplicable a los procesos por medio de los cuáles el hombre se sirve para producir herramientas y máquinas para incrementar su comprensión y control sobre su entorno material.

    Quizá es menos sabido que tal término proviene de las raíces griegas que conjugan la palabra “tekne”, que significa “arte” o “oficio” y “logos”, que significa “conocimiento” o “ciencia”; la palabra tecnología significa, por tanto, el estudio o la ciencia de los oficios.

    Existen otras dimensiones diferentes para entender la técnica, una de las cuáles es la esfera del arte. El arte es una tecnología para la producción de efectos estéticos o sensibles. La estética se relaciona más con la EXPERIENCIA SENSIBLE que con lo bello y el arte. En este sentido, lo bello es uno entre otros medios para producir o provocar EFECTOS sensibles .

    No es el caso entrar en profundidades teóricas de lo que es o no es “arte”, simplemente recordemos que las palabras arte y técnica comparten el mismo origen y que en la Grecia clásica poseían un sentido similar, en tanto que ambas denotan un medio utilitario para la producción de algo: SUBJETIVA, la estética como medio productor de efectos sensibles en el individuo; OBJETIVA la técnica en el arte, en tanto mecanismo productor de objetos.

    Esto nos permite explicarnos la aparición en las comunidades primitivas de imágenes y objetos artísticos y rituales, a la par de objetos funcionales y utilitarios, cuya función social está claramente determinada por ambos aspectos de la vida comunitaria en las sociedades de la edad de piedra.

    Ahora bien, lo anterior nos permite dar cuenta que la producción de objetos SÍGNICOS, de uno y otro tipo, está claramente relacionada con la función utilitaria de ambos, cultural y socialmente definidas por la propia comunidad, sin embargo subsiste una interrogante: EL MODO DE TRANSMITIR EL CONOCIMIENTO.
    Dicho en otros términos: ¿CÓMO DIO INICIO, HISTÓRICAMENTE, EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE?
    El SUJETO entra en contacto, de manera activa o pasiva, con el OBJETO (de cualquier clase), de acuerdo con su particular papel social y su personal “sensibilidad”, misma que determinará el modo preponderante de relacionarse con el objeto en cuestión. Los modos básicos de relación SUJETO-OBJETO son seis:
    •Relación ECONÓMICA (PRODUCIR el objeto)
    •Relación TÉCNICA (OPERAR con el objeto)
    •Relación LINGÜÍSTICA (ENUNCIAR el objeto)
    •Relación ESTÉTICA (SENTIR el objeto) •Relación COGNOSCITIVA (CONOCER el objeto)
    •Relación ÉTICA (EVALUAR el objeto)

    De estos seis modos de relación entre el sujeto y el objeto se desprenden, de hecho, todas y cada una de las ramas y especialidades del saber humano. Dicho de otro modo, de estas interrelaciones deviene el conocimiento tecnológico, científico y artístico especializado y súper especializado de la actualidad, que nos permiten conceptualizar y explicar el mundo. En este sentido, los psicólogos sociales se han ocupado, desde mediados de la década de 1960, de explicar la denominada consistencia cognitiva, entendida como la tendencia de las personas a establecer una consistencia lógica entre sus creencias y sus acciones. Cuando no aparece esta consistencia (llamada disonancia cognitiva), se intenta restablecer cambiando su comportamiento, sus creencias o sus percepciones. El modo en que se clasifican los distintos conocimientos para establecer el orden mental interno.
    • La Educación en las Comunidades Primitivas.

    El hombre primitivo tenía también su concepción del mundo, aunque quizá no la hubiese formulado expresamente. Esa concepción del mundo, de acuerdo con el maestro Aníbal Ponce, reflejaba, por un lado, el ínfimo dominio que el hombre había alcanzado sobre la naturaleza y, por el otro, la organización social y económica de su tribu o clan, estrechamente vinculado a ese dominio. Los hombres de las comunidades primitivas seguramente creían en la existencia de ciertas y misteriosas fuerzas difusas que impregnaban a todo lo que les rodeaba, de la misma manera como las influencias sociales impregnaban a todos los miembros de su comunidad.

    De esa manera de concebir el mundo, quizá la única posible en una sociedad rudimentaria en que todos los miembros ocupaban un sitio igual en la producción, derivaba justamente el ideal pedagógico al cual los pequeños debían ajustarse: El deber ser, en el cual subyace la raíz del hecho educativo fundamental y que les era sugerido por su medio social desde el momento mismo de nacer. Con el lenguaje aprendían a hablar y recibían una cierta manera de asociar e idear, culturalmente estable para su comunidad, lo que les garantizaba la transmisión del conocimiento a las generaciones siguientes.

    Con las cosas y sucesos que veían y vivían, se impregnaban de las ideas y sentimientos elaborados por las generaciones anteriores y se entrelazaban de manera inevitable e irresistible en un orden social que los moldeaba y le dotaba de sentido a su existencia. Su conciencia era un fragmento de la conciencia colectiva, socialmente determinada y se desenvolvía en ella y de acuerdo con ella; el sentimiento profundamente arraigado de que no había nada superior a los intereses y las necesidades de la tribu.

    En la comunidad primitiva, los fines de la educación derivan directamente de la homogeneidad de la estructura social, se identifican con los intereses comunes al grupo y se realizan igualitariamente en todos sus miembros de manera espontánea e integral : Espontánea, en tanto no existe ninguna institución especializada destinada a inculcarlos e integral, en cuanto cada miembro incorpora de manera más o menos afortunada todo lo que en dicha comunidad es posible recibir y elaborar.

    Este concepto de la educación como función socializadora y espontánea de la comunidad, dejó de serlo en cuanto la comunidad primitiva se fue transformando paulatinamente en una sociedad dividida en clases.

    La aparición de la sociedad dividida en clases sociales, probablemente tuvo un doble origen: el escaso rendimiento del trabajo humano y la sustitución de la propiedad común por la propiedad privada. La mejora en los sistemas de producción, el refinamiento de los instrumentos de trabajo y la incorporación del trabajo animal, comenzaron a generar producción de excedentes alimentarios, lo que trajo consigo la necesidad de mejorar el almacenaje y la distribución de los productos, la dirección de la guerra, la administración de la justicia y la administración de los recursos, exigió poco a poco ciertas formas de trabajo social diferentes del trabajo propiamente material. La aparición de individuos o grupos de ellos liberados del trabajo material, fue una consecuencia histórica de la baja productividad de la fuerza humana de trabajo.

    Es casi seguro que, dadas las condiciones de vida tribal aquí expuestas, la comunidad era apenas capaz de sustentar la alimentación de sus miembros más allá de cierto número y que, cuando una tribu vencía a otra, se apoderaba de sus riquezas pero exterminaba a la totalidad de sus enemigos, puesto que era materialmente imposible asimilarlos e incorporarlos a la propia tribu. En cambio, en cuanto las mejoras técnicas hicieron posible acrecentar el bienestar común, los prisioneros de guerra empezaron a ser asimilados en calidad de esclavos, es decir, como mano de obra barata.

    Es indudable que el trabajo esclavo aumentó más la generación de productos excedentes y que los encargados de la administración empezaron a trocar sus excedentes con otras comunidades, en nombre de la propia. Es indudable que así nació el comercio y las técnicas de administración, pero también es un hecho que las funciones de los administradores se volvieron exclusivas y hereditarias y la propiedad común (tierras, ganado y esclavos) pasó lentamente a ser propiedad privada de las familias o grupos que la administraban y la defendían.

    Huelga decir que, con el trabajo de la mano de obra esclava , aumentó más la generación de productos excedentes y creció el volumen de intercambio con las demás comunidades, al tiempo que se comenzó a especializar el conocimiento que debía ser transmitido. Los organizadores, es decir, los “administradores” y “ejecutores” comenzaron a designar a los que iban a sucederles (generalmente dentro de los propios núcleos familiares) y, en esa forma, las funciones directivas se volvieron una suerte de patrimonio de un grupo reducido y cerrado, que defendía celosamente sus secretos y sus intereses. De este modo, es factible que las ceremonias de iniciación, se configurasen como un primer paso de un proceso educativo diferenciado y sistemático.

    Esto, de alguna manera, comenzó a estructurarse como la escuela al servicio de una clase social. Los chamanes, los sacerdotes y los sabios se transformaron, de meros depositarios del saber común, en sus dueños. Las ceremonias iniciáticas implicaban rudas pruebas (a menudo sangrientas y dolorosas), ideadas y desarrolladas con la finalidad excluyente de poner a prueba el temple de los iniciados, pero también de subrayar de, manera indudable e impresionante, el carácter intransferible de lo aprendido.

    Dueños de los productos a partir de ese momento, los grupos dirigentes se encontraron al mismo tiempo y quizá sin proponérselo, dueños de los hombres.

    Desde este punto de vista, las clases dominantes adquirieron, con respecto de las clases dominadas, una conciencia cada vez más clara de ellas mismas. Seguramente que, con base en esta toma de conciencia de su posición de clase privilegiada, que las clases dominantes adecuaron su propia educación y la educación que debía impartirse a otros.

    En el plano educativo, en el momento que se efectúa la transformación de la sociedad comunista primitiva, a la sociedad dividida en clases, la educación desarrolla, a su vez, un nuevo ideal pedagógico: no sólo las clases dominantes cultivan uno muy diferente al de las clases dominadas, sino que, además, procuran que las masas de trabajadores esclavos acepten esa desigualdad en la educación, como impuesta por la naturaleza de las cosas .

    Dicho sea en otros términos, a partir de ese instante, los fines de la educación dejaron de ir implícitos en la estructura total de la comunidad, es decir, con la desaparición de los intereses comunes a todos los miembros iguales de un grupo y su sustitución por intereses distintos, el proceso educativo, hasta ese momento único, se escindió y trajo consigo la desigualdad en sus respectivas y diferentes necesidades educativas. Dicho en términos actuales, la concepción de la educación en una sociedad, ahora dividida en clases sociales, comenzó a obedecer a necesidades distintas y cada vez más claramente diferenciadas.

    • La Educación en Grecia.

    En la época en que los primitivos griegos entran en la historia, en occidente, casi no quedan huellas del comunismo primitivo. La propiedad colectiva está siendo velozmente desplazada por la privada; el matriarcado está siendo reemplazado por el patriarcado. Desde el siglo X, al siglo VIII a. C., la economía de las tribus griegas, se basaba en la agricultura y, de hecho, cada familia formaba una unidad de producción autónoma, la que era por demás precaria, sobre todo, en el área de la montañosa Grecia. En esta época, prolijamente descrita por Homero en la Odisea, el comercio organizado de la región lo realizaban los fenicios. Sobra mencionar que, la diferenciación entre clases, ya era más que manifiesta y ya, en los relatos de la época, se hace mención de la posesión de esclavos y, los antes mencionados “funcionarios”, estaban en camino de convertirse en una nobleza hereditaria. A partir del siglo VII, con la elevación del rendimiento de la mano de obra, la economía comercial comienza a destacar por encima de la economía agrícola y, por tanto, se comenzó la producción de excedentes para el intercambio. Bajo el control y en beneficio de las clases dominantes, el comercio especializado fue confiado a los esclavos y a los extranjeros.

    Desligadas del trabajo manual y de las actividades comerciales directas, las clases superiores comenzaron a ser socialmente improductivas.
    El bajo desarrollo de los medios de producción, impedía poner en el mercado, cantidades significativas de productos, ya que la tecnología permanecía en un estado de atraso ocasionado, entre otras cosas, por el cada vez más profuso uso de esclavos. Sin embargo, llegado el siglo V (conocido como el “siglo de oro”), las exigencias de un comercio floreciente llevaron al uso de dos grandes innovaciones: La acuñación de monedas, que facilitó los cambios y el perfeccionamiento de los instrumentos de navegación, que permitieron viajes marítimos de mayor alcance y duración.

    La nobleza griega, designaba, de manera exclusiva, a sus administradores, los Arcontas, mismos que se encargaron de desarrollar una legislación acorde con los intereses de los poseedores. El ciudadano empobrecido (generalmente por haber perdido sus tierras de labranza), podía seguir trabajando esas mismas tierras, en calidad de colono, a condición de pagar al propietario cinco sextos de su ganancia.

    Lo anterior condujo, por una parte, a la concentración gradual de la propiedad en pocas manos. Por la otra, los deudores, si no tenían otra forma de pago, vendían a sus hijos como esclavos. Dicho en otras palabras, las deudas se unían a la guerra para aumentar la cantidad de mano de obra disponible. Este era el panorama social en la antigua Grecia, en la que dados los límites estrechos de la producción agrícola, miraban a la guerra de expansión y dominio, como una manera normal de adquirir riquezas: Terrateniente, propietario de esclavos y guerrero, he ahí el hombre de las clases dominantes de la democrática y culta cuna de la civilización occidental.

    Respecto de la educación que tal hombre requería, Esparta y Atenas, presentaban aspectos similares, relacionados con el carácter de clase de la educación entre los griegos. En Esparta, la clase superior (formada por cerca de nueve mil familias en la época de máximo esplendor), era dueña de las tierras que, sin embargo, no podían vender ni legar. El lote de tierra que el espartano recibía del Estado, era transmitido por herencia al hijo mayor y, en ausencia de éste, volvía de nuevo a poder del estado. En retribución de este usufructo de las tierras, los espartanos estaban comprometidos a prestar servicios al estado (sobre todo como guerreros) que, su clase social, requería para la defensa y la expansión. La educación de las clases superiores (a diferencia de los Ilotas y los Periecos), corría a cargo del Estado, mismo que tomaba a los ciudadanos desde los 7 años y no los abandonaba en adelante (pertenecían al servicio activo hasta los 45 años y, en la reserva, hasta los 60). El ideal pedagógico en Esparta, se correspondía con el aprendizaje de los temas inherentes a la actividad guerrera: contabilidad básica, “medicina de campo”, estrategia y tácticas militares, etc.
    Entre los atenienses, el desprecio por el trabajo físico, acusaba la estratificación en clases y la correspondiente división del trabajo, fundamentado en la esclavitud. Resultan más que aleccionadoras las palabras de Aristóteles al respecto: “Los trabajadores son casi todos esclavos. Nunca una república bien ordenada los admitirá entre los ciudadanos o, si los admite, no les concederá la totalidad de los derechos cívicos; derechos que deben quedar reservados para los que no necesitan trabajar para vivir…”

    En función de esto, no debe extrañar a nadie que, a los ojos de Platón y del propio Pericles, el célebre escultor Fidias no pasaba de ser un artesano y por ello, Aristóteles proscribe, terminantemente, de la enseñanza de los jóvenes nobles las artes mecánicas y manuales, porque “…no sólo alteran la belleza del cuerpo, sino porque quitan, además, al pensamiento toda actividad y elevación.”

    Formar al hombre de las clases dirigentes, tal fue el ideal de la educación en Atenas. Desvinculadas del trabajo productivo, paulatinamente fueron considerando a las actividades alejadas de la práctica como las verdaderamente distintivas de las clases superiores.
    El tiempo dedicado al cultivo de las ocupaciones artísticas y a las propias ocupaciones, se le aplicó el calificativo de “Diagogos”.

    En otras palabras, se establece por vez primera un nuevo papel de la educación: como mediador social entre clases cada vez más antagónicas y se determina su relación a través de la incorporación de dos nuevos modos particulares de relación entre el objeto y el sujeto, es decir, se generaron visiones y conceptos más complejos al incorporar otros sujetos y otros objetos en el quehacer educativo, socialmente definidos de manera NO GENERAL para toda la comunidad.

    •Relación IDEOLÓGICA (DEFINE la apropiación del objeto)
    •Relación POLÍTICA (DEFIENDE la apropiación del objeto)

    Las clases histórica y económicamente dominantes, se apropian, de hecho, de las relaciones fundamentales entre el sujeto y el objeto y las prefiguran de acuerdo con sus particulares intereses a través de la generalización de estos dos modos particulares de relación, impuestos en mayor o menor grado al resto de la sociedad.

    A partir de entonces, la Teoría no sólo se diferenció de la Práctica, sino que se autoproclamó como superior a ella. Por esta camino allanado, se llegó de manera directa a la Filosofía, el arte y la Literatura (los griegos llamaban a todas estas manifestaciones artísticas Música -porque estaban bajo el influjo de las Musas-).

    Al tiempo que este aspecto diagógico fue cobrando importancia en la vida del noble ateniense, se desarrolló la necesidad de un nuevo tipo de institución, hasta entonces desconocida. La escuela que enseña a leer y escribir. Fundada, según se cree, alrededor del año 600 a. C., la escuela elemental vendría a cubrir un hueco, ahora existente, entre la tradición oral o la imitación de los adultos y los requerimientos de desarrollo social y político de la nueva sociedad ateniense. El gobierno de una creciente población y una compleja estructura urbana y social, requiere de algo más que la administración militar espartana de un campamento (así sea del tamaño de una ciudad entera) y que, por tanto, aún capaces de gozar de la poesía, de la filosofía y del arte en general, las clases dominantes necesitaban de una preparación especial.

    El estado regulaba, en cierta forma, el tipo de educación que el niño debía recibir en la familia y en las escuelas (particulares todas ellas); así, por ejemplo, es ilustrativo saber que existía un reglamento de policía que cuidaba que en las escuelas reinara la moderación y la decencia o que había un magistrado (“Sofronista”) , que cuidaba que en las reuniones de jóvenes, se respetasen las reglas de conveniencia social.

    • LA TECNOLOGÍA EDUCATIVA EN LA ACTUALIDAD.
    Ahora bien, este breve y necesariamente insuficiente periplo de carácter histórico, nos puede ser útil, tanto para entender el impacto que la introducción de nuevas tecnologías ha tenido en la educación, desde los tiempos más remotos, como para establecer la relación que tiene la tecnología con los procesos educativos. Esto cobra especial relevancia, si tenemos en consideración que la educación asume cada vez en mayor medida un papel de mediador social entre clases antagónicas, aún sin corresponderle estructuralmente.

    El estadio actual de los procesos educativos, en especial el referente a la educación tecnológica, no puede sustraerse al impacto, positivo o negativo de las nuevas tecnologías, en especial de las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación).

    Es un hecho que el impacto fundamental, esencialmente, se está viendo en el fenómeno global de la pobreza y se han empezado a sugerir nuevas definiciones de pobreza1 como, por ejemplo, “Son pobres las comunidades que han perdido el control sobre sus procesos vitales”, o bien, que “Un indicador de la pobreza, es el grado de organización de la población”.

    Para interpretar estas nuevas definiciones, es preciso determinar correctamente el contexto en que se producen y se ubican.

    En primer término, nosotros concordamos en que la educación es, sin lugar a dudas, un proceso vital de una comunidad específica y precisa, es decir, no diluida en la entelequia llamada sociedad (mexicana, canadiense o sudafricana), sino que nos referimos a cada poblado, caserío, barrio o colonia y al grado de interrelación que posee con su microsistema educativo concreto.
    En segundo término, comenzaremos por decir que es necesario establecer una visión integral del quehacer educativo, en el seno mismo de la comunidad en que se inserta cada plantel en lo singular y hacer copartícipe a la propia comunidad en las tareas cotidianas, tanto internas, como aquéllas diseñadas exprofesso como medios y mecanismos de vinculación entre el propio plantel y sus miembros, con los habitantes del medio social inmediato al mismo.

    El desarrollo de nuevas y renovadas acciones y actividades sistematizadas, pertinentes y relevantes para ambas partes, permitirá ir fortaleciendo los lazos de convivencia comunitaria.

    Dicho de otra manera, si estamos de acuerdo en que la educación, en especial en el nivel básico, es un proceso vital de cada comunidad (y por tanto de cada plantel), es válido pensar que también es un medio muy poderoso para incrementar y orientar el grado de organización de la comunidad y entonces, de acuerdo con las nuevas acepciones del concepto de pobreza, el sistema educativo mexicano, actuando desde el nivel particular de cada uno de sus planteles, estará coadyuvando en el combate a la pobreza, sin tintes demagógicos y sin metas incumplidas siempre por incumplibles.

    Sencillos proyectos educativos y programas de vinculación social, como la oferta de servicios básicos a la comunidad (tal vez en forma de una suerte de servicio social obligatorio para los alumnos y los profesores) como puede ser la generación de escuelas para padres; talleres de orientación sexual, vocacional o de iniciación artística; prestación de apoyo a la comunidad, entre muchos otros, permitirá ir gestando las maneras de recuperar el control sobre los modos fundamentales de relacionarse con el objeto social que nos ocupa:
    LA EDUCACIÓN.

    Finalmente, estos son productos tecnológicos propios de una sociedad capaz de visualizar su futuro y de establecer los medios y mecanismos de orientación y dirección suficientes y necesarios para construirlo.
    Este podría ser un gran proyecto de reconversión tecnológica y de reingeniería educativa.
    Sólo hace falta verlo porque, sin lugar a dudas, allí está.