Oncoratones

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Cintia y Dulce se reunieron para hacer la tarea de Biología. Ambas llevan un rato buscando páginas en Internet. Finalmente han llegado, por casualidad, a una que aborda la experimentación con animales.

―¿Oncomouse?― preguntó Cintia frunciendo el ceño.

― Sí, oncomouse u oncoratón-.

― ¿Y eso qué es?-.

―Mira, Cintia, aquí dice que un oncoratón es una rata que los científicos han generado para estudiar el cáncer.― Dulce siguió leyendo en voz baja lo que decía la página de internet y concluyó ―Estos ratones no tienen pelo y son propensos a generar tumores. Así los oncólogos y otros científicos pueden estudiar cómo son las células con cáncer. Incluso esperan que algún día puedan detener su crecimiento―. O aseguran que podrán

―Sabía que usaban ratas blancas en experimentos, pero no me puedo imaginar que ya puedan crear ratones a los que les da cáncer. Seguro hay para otras enfermedades-.

―Pues sí; hay toda una colección de animales de prueba. Mira ―Dulce señaló la pantalla de la computadora―. Hay ratas a las que les da diabetes, hipertensión, obesidad, ¡hasta Parkinson! Pobres ratitas temblorosas.

―¿Pero cómo los hacen? ¿Será como lo de los chícharos que vimos en la clase de Biología, los que heredaban sus colores y tamaños a sus hijitos? ¿A poco cruzan entre sí a las ratas que tienen más tumores? Así sus ratitas estarían llenas de bolas.

―¿Hablas de la clase de Mendel?― dijo Dulce, y recordó los esquemas que venían en el libro de Biología. ―Creo que no es así como los hacen. Dice que son manipuladas genéticamente. ¡Son mutantes!―.

―¡Vaya súper poder mutante…! ¿Entonces cambian el ADN de las ratas para que tengan enfermedades? Son como robotitos a los que programan para… ¿para echarse a perder? ¿Pero cómo lo hacen? ¿Dice algo sobre eso?

―Está medio difícil de entender. Dice que son transgénicos― Ambas amigas se miraron con extrañeza. Dulce siguió leyendo su hallazgo en línea. ―A los embriones de las ratas les meten genes nuevos, y éstos son los que provocan que las ratas se enfermen cuando crecen. Mira, hasta hay un dibujito-.

Ratones transgénicos por microinyección

Oncoratones

 

―Se ve sencillo­― dijo Cintia ―pero debe ser muy complicado. Tampoco ha de ser barato. Seguro están ganando una fortuna con esas ratas, de otro modo no las harían-.

―En Wikipedia dice que la patente de los oncoratones la tiene DuPont, entonces es a ellos a los que uno les tiene que pagar para producirlas-.

―¿DuPont? Me suena… ¿no es una empresa de plásticos y esas cosas? Anda, Dulce, búscalo-.

―Déjame abrir la página. ¡Tienen de todo! Energía, alimentos, empaques… Ahora veré sobre ratas… No sale nada; puras páginas dispersas-.

― Busca como “DuPont y transgénicos”-.

―Mmmm… Déjame buscar. Parece que la empresa tiene una larga historia trabajando con transgénicos. No solo ha producido el ratón con cáncer, también ha desarrollado arroz y maíz…-.

―¿En qué página estás leyendo eso? ¡Déjame ver! ―Cintia se acercó a la computadora― ¡Guácala! Ese blog está lleno de fotos horribles. Seguro es de esos ecologistas alarmistas. Mira, todos los animales parecen estar a punto de llorar.

―¿Y eso qué? De verdad están sufriendo las ratas. ¿Preferirías fotos de animales sonriendo?-.

―Claro que no, Dulce… Bueno, no para hablar de estas cosas. Pero me choca que todo sea acerca del dolor que sufren los animales. ¿A poco no se despedazan los animales entre ellos cuando están en su estado natural? Hasta mi gato juega a matar lagartijas. Y eso no lo convierte en una bestia cruel e insensible. ¿O sí…?-.

―Pues seguro lo aprendió de ti…-.

― ¡Oye!-.

―Aun así, ― aclaró Dulce ―creo que estas ratas salvan muchas vidas. Si les duele todo lo que les hacen, es porque es necesario. ¿No te gustaría que hubiese una cura contra el cáncer? Al final son solo ratas-.

―Pues no solo son ratas, son seres vivos. No sé si quiero la cura del cáncer a ese precio: millones de animales sufriendo en laboratorios y empresas haciéndose ricas porque no queremos morir de cáncer. Debe haber otra alternativa para hacer esos experimentos. A ver, quítate y déjame buscarlo… “investigaciones en cáncer sin ratones”… Puras páginas feas. ¿Qué palabra haría más seria la búsqueda?-.

―A ver, intenta con “revista”. Seguro aparece algo menos chafa-.

―“Revista”… “ética” y “experimentación con animales”. ¡Encontré un artículo! Y además suena a que está en una revista seria. Se llama Acta Bioethica. Hay gente de toda América participando: Cuba, Argentina, México, Estados Unidos-.

―¿Y qué dice?-.

―Espera, son muchos artículos. Hay uno que se llama “Ética de la investigación en modelos animales de enfermedades humanas”. Seguro que ahí defienden que no se deben usar animales en los laboratorios. ¡Pero escucha! Deja, te leo esto:

En gran medida, gracias a la investigación en animales los científicos han descubierto maneras de sanar enfermedades y prolongar la vida humana. Por ejemplo, la creación de vacunas (poliomielitis), el desarrollo de los trasplantes de órganos, las transfusiones de sangre, la diálisis para los pacientes de riñón, técnicas quirúrgicas y de traumatología y el valor terapéutico de las medicinas modernas, que se prueban primero en animales…

Y más adelante dice:

Para los defensores de animales es esencial saber cuál es la necesidad de usar modelos animales cuando existen métodos alternativos, tales como los modelos matemáticos de simulaciones de computación y los cultivos celulares. Sin embargo, estos procedimientos pueden servir para reducir el número de animales en experimentación, pero no pueden predecir con fiabilidad el efecto de un producto químico en los sistemas de órganos combinados del cuerpo con toda la complejidad requerida…

―Pues entonces sí hay opciones― Dulce interrumpió la lectura de Cintia. ―Incluso está eso de poner células a crecer en el laboratorio. Nadie sale dañado, solo celulitas-.

―Pero no solo dice eso, Dulce. También explica que no bastan las células y que las predicciones de computadoras tampoco alcanzan. Lo mejor para entender una enfermedad es infectar a un animal. Solo pueden ver cómo se comporta una enfermedad cuando la ven actuar en un ser vivo completo-.

―¿O sea que los animales son necesarios porque de otro modo la ciencia no puede ver con claridad cómo se mueve una enfermedad? ¡Vaya suerte de las ratas! Son unos microscopios muy desafortunados-.

Sebastián Lomelí

 

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