Sexualidad

Poesía… sensual.

Este debate contiene 3 respuestas, tiene 1 mensaje y lo actualizó Imagen de perfil de Luis Juárez @luisjuarezmadrigal hace 6 años.

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  • #4706
    Imagen de perfil de Luis Juárez
    @luisjuarezmadrigal
    Participante

    Estimados profesores, me gustaría aprovechar este espacio para compartir con ustedes una de las maneras de expresarnos que, sin duda, mueve el alma: la poseía.
    Compartiré con ustedes algunos poemas relacionados a nuestros ámbito de acción, así como algunas reflexiones relacionadas a la poseía. Espero sea de su grado y también espero su participación. Saludos

    #4708
    Imagen de perfil de Luis Juárez
    @luisjuarezmadrigal
    Participante

    Amé su cuerpo entonces

    Amé su cuerpo entonces y su alma.

    Su piel fue para mí la tierra firme;
    la soñé como un sexto continente
    no registrado en mapas todavía.

    Soñé con la bahía de su boca.

    Su pelo era una selva virgen
    que abría su misterio mineral y oscuro.
    Soñé con las ciudades de sus pechos.

    Los ríos de las venas que afloran en su piel
    eran rutas abiertas
    a la navegación y al gozo.

    Se podía viajar en su mirada.

    En las blancas llanuras de sus manos
    yo cultivé el maíz y buenas relaciones.

    Después no pude estar sino en su cercanía.

    Otto Raúl González

    #4740
    Imagen de perfil de Luis Juárez
    @luisjuarezmadrigal
    Participante

    Nocturno

    Me tendí, como el llano, para que aullara el viento.
    Y fui una noche entera
    ámbito de su furia y su lamento.

    ¡Ah! ¿quién conoce esclavitud igual
    ni más terrible dueño?

    En mi aridez, aquí, llevo la marca
    de su pie sin regreso.

    Rosario Castellanos

    #4767
    Imagen de perfil de Luis Juárez
    @luisjuarezmadrigal
    Participante

    Contemplación

    Me hallé mirando
    tu desnudez mojada;
    el agua por tu rostro,
    el agua por tu pecho
    intrépida bajaba.

    Como si acaso fueras
    por ella poseída
    y un hálito indecible
    me arrebatara vida.

    Uní junto a la tuya,
    mi desnudez ardiente;
    el agua entonces fría,
    acarició mi frente,

    me acarició la carne
    y el alma ardiente daba
    consejos que a mis manos
    fogosas ordenaba.

    Vagué por tus perfiles,
    vagaste por los míos,
    sentimos deshacerse
    nuestros profundos fríos.

    Mientras que escurridiza
    y cual testigo muda
    el agua nos brindaba
    su erotizante ayuda.

    —Francisco Argenteo—

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